Hombre y mujer de deseo

El primer principio de la Orden Martinista que cultivamos es el deseo. En ningún arte temporal, ningún operario jamás venció, sin una asiduidad, un trabajo y una continuidad de esfuerzos para llegar a conocer las diferentes partes del arte que se propone abrazar. Sería, por tanto, inútil pensar que se puede llegar a la sabiduría sin deseo, porque la base fundamental de esa sabiduría no es sino el anhelo de conocerla, que hace vencer todos los obstáculos que se presentan para bloquear el camino.

Son los pequeños actos, los pequeños gestos, los que van formando un carácter. Es como aprender a usar una herramienta con la cual haces pequeños trabajos. Pero un día, cuando se necesite hacer algo de gran envergadura, ya sabes usar la herramienta. Cuando debas acometer importantes empresas en tu vida, ya tienes la actitud de buscar soluciones y de actuar. Mientras los demás piensan que algo debería hacerse, tú ya lo ejecutaste. Esto es lo que cambia tu vida y tus oportunidades. El éxito en todo ámbito de la vida es de quien llega primero.

La Orden Martinista te apoya en tu camino de iluminación. Es una escuela iniciática de altos estudios y prácticas.

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