Equinoccio de otoño

Equinoccio de Otoño

Prácticas Estacionales enseñadas
por Serval Dion-Fortune

Como sabes, las estaciones se producen por una combinación de fenómenos: el movimiento de rotación de la tierra, el de traslación, la inclinación del eje y la posición relativa del sol con respecto a la tierra.

No en todas las latitudes de la tierra están completamente definidas las estaciones porque en algunas los rayos del sol llegan más oblicuos y, además, hay que considerar los cambios climáticos producidos por los océanos y los vientos. En las zonas templadas, en cambio, es notoria la presencia de cuatro estaciones bien definidas.

Antiguamente la humanidad vivía más en contacto con lo natural y estaba regida por estos ciclos naturales en todo su actuar. Hoy, se vive en forma artificial y no se toma consciencia de ello. Sin embargo, seamos conscientes o no, el organismo se rige siempre por estos ciclos naturales. Si nuestra mente no va acorde con ellos, se produce un mayor gasto de energía, una tensión y cansancio prematuros.

TRABAJOS ESTACIONALES

Hagamos algunas pequeñas analogías con los ciclos del año.

En invierno es época de siembra. Allí procuraremos, como el sembrador, elegir los mejores granos. Análogamente es época de pensar en nuestros objetivos para el nuevo ciclo, conforme a la experiencia adquirida

En primavera la naturaleza florece, se exterioriza. Debemos aprovechar esta energía para fortalecer nuestro impulso a actuar, a poner en ejecución los pasos necesarios para conseguir los objetivos que nos hemos propuesto
El verano es época de desmalezar y regar. Análogamente debemos efectuar una revisión en la marcha de nuestros propósitos para verificar si van camino a lograrse y corregir lo que sea necesario. Desmalezar equivale a superar los obstáculos, eliminar todo pensamiento y actitud negativa que pueda impedir un buen fruto.

El otoño es época de cosecha y recolección. Allí deberemos obtener el resultado de nuestro trabajo. Estos resultados pueden ser muy buenos (buenos frutos) y allí aprenderemos que el procedimiento empleado ha sido correcto. Otros objetivos habrán sido logrados sólo parcialmente o no tal como lo esperábamos. Es la fruta de segunda o tercera selección. Aprenderemos cómo corregir en el futuro nuestro trabajo. Por último, habrá objetivos que no se consiguen. Es el fruto pasmado o podrido. Debe ser rápidamente apartado. También aquí aprenderemos. Sabremos que de ese modo como lo hemos hecho, no conseguimos lo esperado y por tanto habrá que probar una nueva estrategia. En esta época, entonces, procedemos a la evaluación de nuestros logros.

Esta evaluación nos permitirá aprender cosas nuevas, procedimientos mejores, para formularnos nuevos propósitos y corregir defectos. Elegiremos los mejores frutos y de allí sacaremos las mejores semillas para la futura siembra.

Análogamente un mes está sujeto a estos mismos cuatro procesos. Y también un día. Es importante irse a dormir cuando ya se ha evaluado y se ha descansado, para que el sueño no sea perturbador. Un sueño perturbador será causa de negatividad y estrés al día siguiente. La noche equivale al invierno, allí nos formulamos los objetivos para el día siguiente. La madrugada equivale a la primavera. Toda la naturaleza, y nosotros, estamos con el mayor impulso para conseguir nuestros propósitos. La mente y el cuerpo están más descansados. Es el momento de planificar el día. El mediodía es como el verano. Momento de revisión y corrección de nuestro actuar. El atardecer es como el otoño. Al término de la jornada de trabajo debemos evaluar lo obrado en el día y recordar nuestros actos. Estudiar cómo podemos corregirlos en el futuro. Tomamos alguna actividad recreativa para que en la noche, equivalente al invierno, de acuerdo a la experiencia adquirida y a la evaluación, planifiquemos el día siguiente. Irse a dormir con esta planificación, causa además que el subconsciente acuda en nuestra ayuda y nos entregue soluciones para actuar con más eficiencia.

El otoño es época para evaluar y corregir lo que hemos hecho. Si se procede así, es seguro que en el futuro cuando se presenten acontecimientos semejantes, obraremos mucho mejor y con más éxito. Todo es posible de mejorar.

Serval


Sugerencias de actividades

PRÁCTICAS ESPIRITUALES Y MÁGICAS

Este es tiempo de recuerdos y de balances de todo lo que hemos realizado. Mire hacia atrás y examine lo que ha realizado y hecho y lo que no se ha atrevido a realizar, y lo que ha sido y no ha sido, lo que deseaba ser y ya no es. Evoque los días perdidos; rememore los distintos rostros que a lo largo del tiempo reflejaba el espejo cuando se miraba en él. Piense en el niño que fue y ya no lo es, en los recuerdos que ha olvidado, en los sueños que no se cumplieron y en los que ni siquiera se atrevió a soñar. Es el momento de prepararse para despedirlo y reflexionar sobre los ciclos de la vida:  

Nacimiento-Crecimiento-Madurez Y muerte. 

Debemos recordar y aceptar que todas las cosas tienen un final, pero con la conclusión de que cada final conlleva asimismo un nuevo comienzo. Es el momento de agradecer al Universo y a la naturaleza y sus elementos, las bendiciones que nos han otorgado hasta ahora, de mirar hacia los esfuerzos del pasado y ver que han dado fruto y si algunos no dieron sus frutos también es el momento de reflexión y acción a cambiar el escenario a un concepto de vida más consciente y más orientada a la dimensión espiritual. 

Que bueno es poder recibir las nuevas estaciones, celebrar los cambios y los movimientos sobre nuestra Tierra. 

Desde siempre pueblos originarios y antiguas tradiciones han levantado sus ritos y ceremonias para aliarse a la Naturaleza, honrando y renovando así la vida, de alguna manera en el poder de sus ciclos. 

De esta forma damos la bienvenida a la estación dorada, conscientes del compromiso de los elementos en la preparación de una buena tierra para las nuevas semillas. Agradecidos de sus vientos que purifican, 

Dando nuevos aires a nuestros pensamientos, celebremos la magia del cambio que se presenta para nosotros como un gran regalo, como una posibilidad para integrarnos a la gran danza de la vida.   

Se trata de una festividad muy alegre que celebra la abundancia y la generosidad de la Tierra y que completa la recolección del grano.  

También se trata también de un momento de equilibrio: las fuerzas de la oscuridad y de la luz se encuentran en igualdad, A partir de este instante, la oscuridad irá ganando terreno hasta alcanzar su punto álgido el Solsticio de Invierno, El Equinoccio de Otoño marca el comienzo de una época de serenidad.  

El verano va perdiendo fuerza y las hojas de los árboles comienzan a dorarse. Poco a poco, la Naturaleza nos ofrece un auténtico espectáculo de color que invita a la relajación, al descanso, antes de que comiencen los duros meses de invierno. 

Los colores propios de esta festividad son los rojos, anaranjados, dorados, marrones y violetas Que permiten sintonizar con las energías de este día. 

El otoño es época de cosecha y recolección, aquí deberemos obtener el resultado de nuestro trabajo.  

Estos resultados pueden ser muy buenos, buenos frutos y allí aprenderemos que el procedimiento empleado ha sido correcto, Otros objetivos habrán sido logrados sólo parcialmente o no tal como lo esperábamos. Es la fruta de segunda o tercera selección. 

Aprenderemos cómo corregir en el futuro nuestro trabajo, Por último, habrá objetivos que no se consiguen, Es el fruto pasmado o podrido. Debe ser rápidamente apartado, También aquí aprenderemos. 

Sabremos que de ese modo como lo hemos hecho, no conseguimos lo esperado y por tanto habrá que probar una nueva estrategia. 

En esta época, entonces, procedemos a la evaluación de nuestros logros, Esta evaluación nos permitirá aprender cosas nuevas, procedimientos mejores, para formularnos nuevos propósitos y corregir defectos. 

Elegiremos los mejores frutos y de allí sacaremos las mejores semillas para la futura siembra. Análogamente un mes está sujeto a estos mismos cuatro procesos, Y también un día. 

Es importante irse a dormir cuando ya se ha evaluado y se ha descansado (otoño) para que el sueño no sea perturbador. 

Serval D-F.

TOMANDO CONSCIENCIA Y AGRADECIENDO

Madre tierra, que todo lo otorgas, de tu vientre han nacido los frutos que nos alimentan y nos alegran. 

De nuestro esfuerzo hemos cosechado ganancias.  Gracias madre por tu cuidado y amor hacia nosotros. 

Padre de la cosecha, tu luz ha dado fuerza a los sembrados, nos ha dado la fuerza y la perseverancia para lograr nuestras metas. Gracias padre por tu guía y tu energía. 

Gracias al padre sol y la madre tierra que una vez más, en el gran ciclo del tiempo, se acercan, iguales y nos recuerdan que somos parte de un todo. 

Gracias por todas esas cosas que a veces damos por hecho y que por mucho tiempo estos, tus hijos, podamos cantar y agradecer vuestra abundancia. 

Así es.

El principio que ordena el universo es el ritmo y, de manera muy especial, el que dicta los procesos de expansión y de concentración de todo cuanto existe. Ritmos regulares de la luna, de las estrellas, de las cosechas, ritmo regular del día y de la noche, ritmo de las mareas, flujo y reflujo. Ritmo en la vida animal y humana: la respiración, los latidos del corazón. Todo ritmo es alternancia de aparición y desaparición, de evolución y de involución, de crecimiento y de mengua. Y además, todo ritmo comporta un ciclo porque su estructura misma está basada en la repetición: si es cierto que a la expansión de la naturaleza en primavera y verano sucede la muerte en otoño y en invierno, no es menos cierto que al invierno sucede de nuevo otra primavera, como al movimiento sistólico del corazón le sucede el diastólico y a éste una nueva sístole.

Así todo cuanto pertenece al universo manifestado está sometido, en su devenir, a una fase ascendente y a otra descendente. Todo proceso natural o humano, en el instante en que alcanza el límite máximo de su expansión, empieza a experimentar, irremediablemente, el movimiento contrario e inverso que le llevará a su fase de concentración máxima. Por eso el taoísmo dice que la noche empieza a mediodía y que el día empieza a media noche. 

Arnoldo Krumm-Heller, Huiracocha. «Solve et Coagula»

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