El poder activo y creativo de donde surge la manifestación; aquél que ya hemos relacionado con la fuerza principal de la Esfera de la Sabiduría o Chockmah en el Árbol de la Vida, se reconoce en muchas formas religiosas y de filosofías trascendentes en el poder de la palabra, en el la voz articulada primera, con la cual la o las divinidades habrían comenzado la creación.
Recordemos que el Génesis en sus primeros tres versículos indica:
1 En el principio creó Dios los cielos y la Tierra.
2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Ha de notarse que en los dos primeros versículos existen todas las potencialidades para la creación completa, pero todo está en equilibrio estático, pero en el tercer versículo, “Dios”, realiza la primera acción efectiva al hablar y así permitir que se exprese la luz. En otras palabras el sonido fue antes que la luz.
En los tres primeros versículos del Evangelio según San Juan, los cuales utilizamos para iniciar gran parte de nuestra ceremonia litúrgica, también se indica esta misma idea:
1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
1:2 Este era en el principio con Dios.
1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Claramente se puede observar que el Verbo, en otras versiones se indica la “Palabra”, estaba implícito en Dios, era parte de su Esencia inicial, y toda la Creación, Dios, la realiza a través de la manifestación de esta energía.
El oficiante del ritual sale del estado estático inicial, caracterizado por el silencio, a través de la palabra, del sonido. Con ello rompe este reposo primigenio, para dar paso a una serie de acción y reacción, un continuo estado alternante de expansión y retención, dando como resultado una infinita gama de realidades diferentes.
Todo esto nos enseña, entre otras cosas, que cada cual tiene el poder efectivo de realizar cambios, podríamos decir nuestras propias creaciones, y este reside principalmente en la expresión de nuestros pensamientos a través de la palabra hablada; la emisión de sonido desde nuestras cuerdas vocales.
Si bien es cierto el silencio es el primer deber del Iniciado porque allí se puede encontrar la verdadera inspiración que le permite establecer la conexión con el Ideal; acto seguido se expresa a través de la palabra y con ello se inicia el acto creador el cual se orienta hasta la acción misma.
Al romper el reposo y producir un desequilibrio se desencadenan una secuencia de causas y efectos que trascienden las dimensiones de expresión, y descienden desde la mente, pasan por la emoción y finalmente terminan en el plano físico, lo que a la vez provoca reacciones en las personas y circunstancias que nos rodean.
Si la persona sabe orientar, dar sentido y dirección adecuada a sus pensamientos a través de una correcta expresión verbal, produce efectos en sí mismo y en el entorno.
En la psiquis particular, las ideas expresadas en palabras desencadenan nuevas cadenas de pensamientos, que finalmente determinan los propios cauces de la mente (debido a que las palabras crean imágenes en la mente). Con ello se van construyendo las distintas estructuras mentales sobre las cuales finalmente funcionamos u operamos. Estas estructuras mentales de difunden en las personas con las cuales entramos en contacto y así se producen las “modas”, los hábitos y costumbres, y en un grado mayor los “paradigmas” que van conformando la realidad (que cada uno va creando).
Pero las estructuras mentales determinan además la nomenclatura afectiva-emocional de la persona. En esta última dimensión (la afectiva), se genera la fuerza que finalmente alimenta a la idea o pensamiento para que efectivamente se lleve a cabo en el plano de la realidad material (acción).
La Programación Neurolingüística nos enseña claramente como la expresión verbal puede ir definiendo y determinando las estructuras de la personalidad sobre las cuales las personas se van desenvolviendo. Al interactuar con otras personas van generando verdaderas corrientes de las cuales ya he hecho mención.
Pienso que de allí la importancia de las palabras que articulamos en el día a día ya que ello revela el tipo y nivel de pensamientos sobre el cual continuamente creamos nuestro substrato y estructura mental, en base al cual de desarrollan nuestros pensamientos. Es muy importante que aprendamos a expresar lo más exactamente que podamos lo que estamos pensando, ello determinará claridad en nuestras estructuras mentales. Por esta misma razón, es importante alejar de nuestro vocabulario aquellas palabras que no corresponden a las estructuras de pensamiento que queremos para cada uno. De allí, que en nuestra escuela iniciática se enseñe y adiestre a expresar lo mejor posible las ideas, a la vez que estas antes han de meditarse profundamente, antes de expresarlas, conscientes sus estudiantes del poder que esto ejerce en el medio (los demás) y uno mismo.
Considerando lo expresado, considero importante alejarnos de aquellas expresiones que nos atrapan en estructuras mentales que no aportan al desarrollo del ser, por el contrario tienden a encarcelarlos en clichés involutivos. Ejemplo de esto último son las palabras cargadas de maledicencia, odio, egoísmo, vanidad, ignorancia, avaricia, etc. Pero además expresiones que parecen inocuas como muletillas, palabras poco precisas y lenguaje soez y sin sentido, también construyen estas estructuras mentales negativas.
Las palabras que emitimos configuran una forma y expresión a nuestros pensamientos, pero no tienen mayor efecto si no despiertan y comprometen a la fuerza emotiva. Creamos una asociación entre nuestros pensamientos y las emociones, y en la medida que esta sea más potente y firme, se promueve una mayor efecto en el medio y en nosotros mismos. En la medida que esta relación sea más fuerte y concordante, así serán los resultados finales de un proceso de creación, es decir se expresarán cambios en el medio físico. La acción solamente sigue las pautas y direcciones que le son mostradas. En la medida que el pensamiento y la emoción estén firmemente relacionadas se crea una forma astral consistente y de influencia. Esta es la base de acción de la Magia: el mago logra compenetrar poderosamente una idea con una emoción o pasión, otorgándole un sentido, dirección e intensidad específicos de tal manera que todo este proceso se presenta como un verdadero misil que va a estrellarse en un blanco previamente determinado.
Lamentablemente esta relación pensamiento-emoción puede establecerse en forma consciente e inconsciente. Por continuas repeticiones esto se produce para bien o para mal de cada persona. Uno de los trabajos del estudiante en una escuela de iniciación es el tomar conciencia de aquellas relaciones pensamiento-emoción que han sido vinculadas inconscientemente, en especial durante la niñez; y en forma despierta y real asumir si quiere mantener estas relaciones o bien definitivamente eliminarlas. Estas relaciones componen el principal substrato de los prejuicios y condicionamientos que generalmente impiden el desarrollo de la persona. Este substrato mantiene prisionero a la mayoría de las personas como firmes cadenas que le impiden encontrar realidades superiores dentro de sí. Obsérvese la lámina XV del Tarot.
Resumiendo, las palabras que emitimos determinan nuestra forma de ser y por ende de sentir y actuar. Podemos encontrar en el lenguaje y su expresión consciente un arma colosal con la cual influir en nosotros y en el medio. También, es importante alejarse y cortar relación con todas aquellas expresiones que signifiquen menosprecio, negatividad, desunión, falta de amor y caridad. De la misma manera opino que es importante alejarse del lenguaje soez y ocioso, ya que este genera en nosotros una estructura mental precaria y negativa, la que finalmente se transforma en un polo de atracción con formas mentales y emocionales similares, potenciándose aún más esta mala situación.
Por otro lado, al determinar formas mentales-emocionales positivas y que ayudan a nuestro desarrollo personal y espiritual, éstas también se transforman en polos de atracción positiva y benéfica en lo relativo a una ampliación de consciencia.
De tal modo que existen prácticas y ejercicios con la palabra hablada, que al desarrollarlas en forma consciente y en un trabajo sistemático y consistente, permite un campo fluídico de atracción consciente, que en definitiva podrá demarcar el camino del estudiante o el discípulo.
Antes de mencionar algunos de estos ejercicios, es necesario mencionar que se establece como prioridad el establecer el lazo devocional entre el discípulo y el maestro externo para que progresivamente se pueda abrir el camino de luz hacia el maestro interno.
Una de las prácticas o ejercicios fundamentales que utilizan el poder de la palabra, al cual el Martinista esgrime como arma principal en el camino del desarrollo espiritual, es la oración.
La oración o la plegaria forma parte de la expresión oral que podemos llamar “mantrificación” (uso del poder mantram”), concepto, este último de origen oriental en donde se usan palabras de poder que permiten esclarecer los circuitos de la personalidad de manera de poder establecer contacto con planos y dimensiones espirituales, con las dimensiones trascendentes en donde se establece la más pura realidad.
El mantram más común para nosotros los occidentales es la oración. Para ello es recomendable orar constantemente, y al hacerlo, realizarlo con el mayor dominio de la consciencia más elevada. El ideal (reflejado en el maestro), el pensamiento, la emoción y la palabra (gestos y acción) firmemente entrelazados.
Otra de las prácticas es el uso repetitivo de frases asertivas positivas que generen un fuerte fundamento positivo en el nivel mental más profundo, generando con ello un polo de atracción sobre lo cual está construido. Lo importante en estas frases es realizarlas siempre en términos positivos: “yo soy….”, e invocando características evolutivas y positivas. Es necesaria la repetición constante de la forma más asertiva posible. Se hace recomendable potenciar estas afirmaciones con la vivencia emocional concordante a la característica invocada y aún más la visualización de la acción como lograda.
Todo Iniciado debe aspirar a manejar y controlar conscientemente su palabra de tal modo de usarla como potente arma para transmutarse él mismo y el entorno que le rodea. Es necesario advertir, sin embargo, que este manejo otorga gran poder, lo que viene aparejado con una gran responsabilidad.
Es mi palabra, Prometeo. S.I.I.
Revisado por Serval.