Con fe y sin dogma

El concepto de fe ha evolucionado en el tiempo influenciado por la divulgación de la Biblia. Es interesante conocer los estudios que al respecto se han hecho para mostrar que al pasar los conceptos de una cultura a otra, sufren a veces importantes transformaciones.

En griego, la fe se denomina pistis con el significado de “confianza en alguien”. Pistéuo es la forma verbal con el significado de “confiar en alguien” y pistós significa “digno de fe, alguien en quien se puede creer, leal”. También se usa en un sentido más amplio, como garantía, fidelidad o pacto.

No hay en español palabras derivadas de esta raíz griega, que, desde luego, es anterior al latín.

Sin embargo, estas son las palabras que usaron los escritores bíblicos. Luego, al pasar al latín y ante la no equivalencia exacta de vocablos, el concepto fe se derivó de dos palabras latinas. Una es fides, que significa fe y el verbo crédere con el significado de creer. Son dos grupos léxicos distintos que en griego corresponden a uno solo. Al hacer esta traducción se tuvo que forzar el significado, ya que el concepto crédere está más relacionado con la creencia que con la fe.

Esta parcelación del concepto original griego de fe ha provocado que habiendo sido la fe cristiana la confianza en quien hace las promesas o la confianza en las promesas, ha derivado en una idea de la fe como un dogma al cual se debe adherir sin mayor discusión y, muchas veces, sin creer realmente en él.

Veamos un ejemplo. La frase original bíblica, en griego, dice: «Creo en un solo lavado de cambio de mente para la expulsión de los errores». Esta sentencia utiliza la forma verbal pistéuo con el significado que hemos señalado. Se trata de un antiguo enunciado que nos explica el proceso de la reprogramación mental como elemento necesario para superar los errores. Luego, la iglesia no solamente produce una transformación de su significado original al pasarlo a la cultura latina, sino que obliga a aceptarla completamente modificada: “Creo en un solo bautismo de penitencia para el perdón de los pecados”. Se ha transformado en un “dogma”.

La fe, bajo esta idea, se alimenta de dogmas, que son opiniones en virtud del principio de autoridad, de inspiración o infalibilidad. Los doctores de la iglesia (de la raíz dok) declaran los dogmas que son asumidos como verdades incontrovertibles.

Dokéo en griego es el verbo y de él deriva opinión, creencia, convicción, doctrina y dogma. Dókma en Grecia antigua es la opinión del senado cuando se convierte en decreto.

Tal vez por un impulso muy humano a imponer las opiniones a los demás, dogma pierde su significado original de opinión, para pasar a la opinión de una autoridad (decisión) y de allí, a una opinión impuesta. El dogmatizado ha perdido el derecho a creer o a opinar y actúa con los dogmas que se le suministran directamente por algo o alguien que asume ser poseedor de una verdad que es única. El opinar sobre el dogma para a ser algo punible y pecaminoso.

Serval

Diciembre 1988

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