Los Maestros y los maestros

En nuestra vida terrenal, existen los guías físicos, maestros espirituales reales, que tienen conexión directa con estos Maestros. Algunos prefieren llamarlos de otra manera. Esto depende del vocabulario que emplee el grupo o de los prejuicios que tenga. Como quiera que sea, alguien debe dar la enseñanza, alguien debe guiar y dirigir. Un grupo sin organización funcional no llegará lejos. Además, para aprender cualquier oficio, lo inteligente es dejarse guiar por quien sabe hacerlo, para luego, a lo mejor, prescindir de ese maestro. Con mayor razón en el sendero espiritual, el cual es mucho más difícil que cualquier profesión.

Quienes carecen de la guía de quien haya hecho un camino, el cual ha cometido suficientes errores como para acercarse al sendero espiritual, pueden caer en una gran ilusión.

Al intentar dejarse guiar por su maestro o guía interno, careciendo de comparación visible externa, suelen extraer de su propio subconsciente sus propias ideas, prejuicios y deseos reprimidos. Los proyectan afuera y los interpretan como entidades superiores que les guían.

Si se carece de la iniciación en la Esfera de la Misericordia, el estudiante está limitado a movilizarse en la novena Esfera. El Fundamento. Como cree que se ha conectado con realidades superiores, no hará intentos para elevar su nivel de consciencia, ignorando muchas veces por toda su vida lo que realmente significan y privándose de avanzar en su evolución.

Por sí propio se habrá construido una morada en la esfera de las ilusiones, y continuamente, será engañado por los fantasmas que inconscientemente, él mismo ha proyectado.

«Si pudiera funcionar en términos de Kjesed (La Misericordia), percibiría las ideas arquetípicas animadoras, de las cuales estas imágenes mágicas no son más que sombras o representaciones simbólicas. Podrá utilizarlas de la misma manera que un matemático utiliza los símbolos algebraicos. Trabaja mágicamente, como lo hacen los Adeptos Iniciados y no como los hechiceros». 

Dion Fortune

La función de los maestros es ser intermediarios entre las Fuerzas Divinas o la Voluntad de Dios con la humanidad.

Un maestro encarnado, físico, si es real, estará enganchado a uno o más Maestros Ascendidos. Este maestro físico no podrá escapar por completo a las limitaciones humanas, de herencia y del medio ambiente. Por esto será un buen guía en la medida que mantenga esta conexión. Para asegurarla, un maestro real llevará una vida consagrada a la Voluntad Superior, habrá experimentado mucho en la vida, tendrá que haber superado muchos errores, armonizado lo más posible su personalidad. Tendrá que desarrollar muchas virtudes: humildad, discreción, sencillez, bondad, amor, etc. Haber dedicado muchas vidas a su perfeccionamiento, al trabajo sobre sí, al trabajo grupal, a la meditación y consagración. Su misión será la de ser canal para el mundo de estos Maestros Ascendidos.

El Logos es una creación inmediata del Creador Supremo. Su meditación da nacimiento a los mundos, su conciencia, al desenvolverse, constituye la evolución de la vida. Concibe ideas arquetípicas extraídas del Inmanifestado. Los Maestros Idos concretan estas ideas abstractas. Pero, por estar todavía a un nivel tan elevado, no es posible de ser concebido por la mentalidad humana corriente. Los maestros espirituales tienen por misión captar estas formas concretas de los Maestros Idos y enseñarlas a sus estudiantes para que colaboren con el plan creativo y aceleren su evolución. Es una ilusión, pues, creer que se puede acceder fácilmente a niveles tan abstractos de la creación: se requiere una gran preparación que solamente unos pocos seres humanos han llevado a cabo aún. Sin embargo, los maestros enseñan que estamos comenzando una nueva era, en la que toda la humanidad comenzará a desarrollar esta capacidad. Por tanto, la humanidad deberá hacer un trabajo sobre sí que le permitirá acceder a una edad dorada de paz y amor, única posibilidad de lograrlo. Los maestros del Tercer Milenio enseñan a sus estudiantes a armonizarse, a trabajar sobre sí, servir, cooperar grupalmente, solidarizar, acceder a los Misterios Menores, para luego, ingresar a los Misterios Mayores, donde expresarán lo divino que hay en cada uno. Entonces, comenzarán a conectarse también directamente.

En el nivel terrenal, es muy difícil que alguien, desde la conciencia física, pueda meditar sin contaminarse con sus propias ideas y condicionamientos subconscientes. En esto le ayudará un guía real, permitiéndole confrontar sus conclusiones con la experiencia de una ininterrumpida cadena de maestros y discípulos a través de los siglos. La única manera de obtener una comunicación sin interferencia alguna es elevando la conciencia a nivel de la Esfera de La Misericordia (Kjesed), comunicándose de mente abstracta a mente abstracta. Pero para esto, repetimos, hay que prepararse.

Los Maestros se contactan con los maestros (o discípulos o adeptos o instructores o como quiera llamarles) en la Esfera de La Gloria, lugar de la Magia Ceremonial.

Un adepto tiene que ser capaz de controlar las fuerzas que está involucrando. Un día su maestro le ordenará: haz lo que quieras, esa es la única ley. Pero, de todos sus actos deberá dar cuenta. Este «hacer lo que se quiera» debe entenderse en cuanto instrumento de la voluntad superior y no de su propio ego. Se supone que el adepto ha de estar permanentemente conectado con las leyes universales. El maestro procurará preparar al discípulo para que se desarrolle por sí mismo, que sea capaz de resolver sus problemas y encontrar su tener que ser. Primero le prepara en obedecer y conocer; luego, gradualmente, le enseñará a ser verdaderamente libre, con responsabilidad, conocimiento y sabiduría.

Y ¿qué sucede si un discípulo se equivoca? Al maestro sólo le cabe advertirle que esta tomando un camino errado. Pero, por la ley del amor y la caridad, debe respetar el libre albedrío humano. Para muchos, la única manera de aprender es perder por un tiempo las bendiciones que ha recibido en un grupo de desarrollo iniciático real; si vuelve con arrepentimiento sincero, demostrando haber tomado conciencia, puede reintegrarse.

Los Maestros, en sus meditaciones sobre la Divinidad, pueden percibir telepáticamente estas ideas arquetípicas en la Mente Divina. (Gareth Knight)

De la Monografía «La Misericordia» de Serval.

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