El nombre místico o iniciático

Al registrar nuestro nacimiento en el Estado, nuestros padres nos eligen el nombre sin que tengamos posibilidad alguna de decidir ni opinar.

Llevamos así años siendo reconocidos por un sonido al cual nos vamos adaptando y aceptando como natural.

Cuando ingresamos a una Escuela Iniciática como la nuestra tenemos la posibilidad de elegir nuestro nombre a nuestro gusto y darle el significado que queremos. Esto es una enorme diferencia. La mayoría de nosotros dedicó bastante tiempo y energía para elegirlo. Y lo vamos visualizando, mentalizando y revistiendo de las cualidades que queremos para nosotros. Pasa a ser algo muy importante en nuestras vidas.

De ahí que esperamos respeto por nuestro nombre místico. Que sea bien pronunciado, bien escrito y que nos invoquen con atención cuando se le usa.

Más aún, este nombre representa nuestra individualidad, nuestro ser esencial, lo que realmente somos. Con nuestro nombre vamos invocando este ser espiritual, esta consciencia espiritual para que se manifieste en el mundo y vaya construyendo una nueva personalidad en el hilo de los días. La mente se va reprogramando según la imagen que vamos creando en torno a él y nos lleva a reaccionar conforme a las virtudes de las que le vamos dotando con la imaginación.

A tu hermano y a tu hermana también debe gustarles que se le invoque su ser esencial, que su nombre sagrado sea pronunciado con respeto y consideración.  Por esto acostumbramos además a saludar con un «namaskar» que es una sola palabra y que significa: «saludo a la divinidad que hay en ti».

Tratarnos con el nombre místico tiene una importancia enorme también en nuestras relaciones humanas y en la supervivencia de nuestra organización. Ayuda a tener presente que nos estamos relacionando con otro ser espiritual, con otro ser de amor y de buena voluntad. No  nos estamos relacionando con su personalidad que puede ser imperfecta aún. Una personalidad que, sin embargo, sirve de recipiente a ese ser; una personalidad que se va trabajando día a día, cada uno a su ritmo. Esta toma de consciencia ayuda a superar las diferencias, a aceptar las personalidades y perdonar las ofensas.

Hay algo mucho más importante que la personalidad y es lo que realmente somos y nos une en ideales mucho más trascendentes que las mezquinas contingencias de la vida diaria.

El nombre del Gran Maestro de la Orden es también muy sagrado y jamás debe pronunciarse sin haber meditado en lo que ello significa.

Adicionalmente, esta toma de consciencia debe llevarte a estar atento a no usar los nombres iniciáticos delante de personas que no son integrantes de la fraternidad ni donde ellos pudieran escucharlos. No es fácil. Se necesita atención y consciencia del momento que vivimos. 

Serval

junio 2015

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